SANTUARIO NUESTRA SEÑORA DE LA ESCLAVITUD

 

 

 

Pero Padrón no es sólo el casco urbano. Lo sabe bien quien procede del norte por la carretera Nacional 550, que de repente se ha encontrado a la izquierda con un templo al cual el primer calificativo que le aplica es el de alto.

Porque, en efecto, el santuario de A Escravitude da una sensación de altura. No tenga prisa en acceder al templo, porque entonces se olvidará de la fuente —a ras de asfalto— en la que en el siglo XVIII un enfermo que se dirigía a Santiago de Compostela para obtener curación a su hidropesía bebió y se curó 72 horas después sin intervención de médico alguno.

Gozoso, exclamó: “Gracias, Virxe, que me libraches da escravitude do meu mal”. Ése, dice la leyenda confundida con la Historia, fue el origen del santuario, que se comenzó a levantar gracias al carro de bueyes que el afortunado con los favores divinos (un labrador de la comarca pontevedresa de O Salnés) donó para levantar el edificio.

En la centuria siguiente se terminaba la segunda de sus torres, poniendo fin así a un proceso histórico que había comenzado mucho antes, cuando acababa el siglo XVI y el párroco de Cruces había colocado sobre la fuente una imagen de la Virgen con el Niño en agradecimiento por uno de los favores que había recibido de Ella.