El viajero tiene delante de si la Costanilla del Carmen (o Costiña do Carme) que, magníficamente enlosada y sin asfalto por ningún lado, asciende hasta el convento del Carmen.
Ese convento, primero de los Carmelitas Descalzos y luego de los Dominicos, es una buena muestra del neoclásico gallego, convertido en espontáneo mirador sobre la villa.
Se edifica sobre roca viva a comienzos de la centuria XVIII con la inestimable aportación económica de Alonso de la Peña y Montenegro, padronés que llegó a ser rector de la Universidad compostelana, y se halla pegado al monte San Gregorio, en una de cuyas laderas se yergue la ermita de Santiaguiño do Monte.